Una oferta pública inicial puede tener efectos tanto positivos como negativos en los accionistas existentes de una empresa.
En el lado positivo, una oferta pública inicial puede proporcionar a los accionistas existentes una forma de monetizar sus inversiones y obtener un rendimiento de su capital inicial. La mayor liquidez de los mercados públicos también puede facilitar que los accionistas existentes compren y vendan sus acciones, y puede ayudar a aumentar el valor total de sus participaciones.
Además, una oferta pública inicial puede elevar el perfil de la empresa y ayudar a atraer nuevos inversores, lo que puede aumentar la demanda de las acciones y conducir a una mayor valoración con el tiempo.
Sin embargo, también puede haber efectos negativos para los accionistas existentes. En algunos casos, la oferta pública inicial puede diluir las participaciones de propiedad de los accionistas existentes, a medida que se emiten nuevas acciones al público. Esto puede reducir el control que los accionistas existentes tienen sobre la empresa y también puede conducir a un precio de las acciones más bajo si el mercado percibe la dilución como negativa.
Además, después de la oferta pública inicial, la empresa estará sujeta a un mayor escrutinio público y supervisión regulatoria, lo que puede aumentar los costos y la complejidad de administrar el negocio. Los accionistas existentes también pueden enfrentar restricciones en su capacidad para vender sus acciones, como períodos de bloqueo o regulaciones sobre uso de información privilegiada.
En general, una oferta pública inicial puede tener una variedad de efectos en los accionistas existentes de una empresa, según las circunstancias específicas de la oferta y el desempeño de la empresa en los mercados públicos.