¿Cuál es la diferencia entre una cotización directa y una oferta pública inicial?

Una cotización directa y una IPO son formas en que una empresa puede cotizar en bolsa, pero difieren en varios aspectos importantes.

En una oferta pública inicial, la empresa contrata bancos de inversión para suscribir la oferta y ayudar a fijar el precio de las acciones. Los suscriptores compran las acciones de la empresa con descuento y luego las venden a los inversionistas, generalmente a través de un sindicato de firmas de corretaje. La empresa recibe los ingresos de la oferta, menos los honorarios y gastos.

En una cotización directa, la empresa cotiza sus acciones directamente en una bolsa de valores pública sin recaudar ningún capital nuevo ni utilizar suscriptores para facilitar la oferta. En cambio, los accionistas existentes, como los empleados y los primeros inversores, pueden vender sus acciones directamente al público.

Una diferencia clave entre una cotización directa y una oferta pública inicial es la forma en que se cotizan las acciones. En una oferta pública inicial, el precio de las acciones generalmente lo establecen los suscriptores en función de una variedad de factores, incluido el desempeño financiero de la empresa, las perspectivas de crecimiento y las condiciones del mercado. En una cotización directa, el precio de las acciones está determinado por la oferta y la demanda en el mercado, lo que puede generar una mayor volatilidad e incertidumbre en torno al precio inicial.

Otra diferencia es la forma en que se asignan las acciones. En una oferta pública inicial, los suscriptores normalmente asignan acciones a inversores institucionales y otros clientes preferentes, quienes luego pueden vender las acciones a inversores minoristas. En una cotización directa, las acciones están disponibles para todos los inversores en el mercado abierto, sin ningún trato preferencial.

En general, una cotización directa puede ser una forma más rentable y eficiente para que una empresa comience a cotizar en bolsa, ya que elimina la necesidad de suscriptores y puede ayudar a reducir las tarifas y los gastos. Sin embargo, también conlleva un mayor riesgo e incertidumbre, ya que el precio de las acciones está determinado únicamente por la demanda del mercado, y es más probable que los accionistas existentes vendan sus acciones en ausencia de suscriptores que respalden el precio.